Vivimos en tiempos donde infortunadamente lo absurdo vende, lo estúpido se viraliza a gran escala y lo banal se convierte en tendencia.
La conversación digital ha sido secuestrada por contenidos sin valor, influencers que venden humo y políticos que entienden que el escándalo y la ridiculez son más efectivos que las propuestas y los hechos, como pasó la semana pasada cuando el presidente de Colombia y su gabinete, se convirtieron en los protagonista del reality más vergonzoso que se haya transmitido la televisión colombiana en los últimos años. A pesar de que muchos de los realities también dan pena ajena, este “se llevó todos los óscares”.
Marcas en la trampa de la viralidad
Muchas marcas, desesperadas por relevancia y por lograr la atención, eligen influencers sin criterio, apostando por el número de seguidores en lugar de la calidad del mensaje. ¿El resultado? Alianzas que terminan afectando la reputación de la marca en lugar de fortalecerla.
Algunas sugerencias para los responsables de las marcas:
📌 Alineación de Valores: Es crucial que las marcas seleccionen influencers cuyos valores y comportamientos estén alineados con la imagen, los valores y el propósito de la empresa.
📌 Autenticidad y Credibilidad: Una gran cantidad de seguidores no siempre se traduce en influencia efectiva. Es esencial evaluar el nivel de engagement y la autenticidad del influencer con su audiencia.
📌 Análisis de Audiencia: Antes de colaborar, las marcas deben asegurarse de que la audiencia del influencer coincida con su mercado objetivo para maximizar la relevancia y el impacto de la campaña.
Políticos convertidos en showmen
Si el objetivo de la política es construir sociedades más prósperas, ¿por qué los líderes más mediocres y absurdos están logrando masificar su mensaje? Porque las redes no premian el liderazgo, premian el escándalo y los contenidos sin valor.
En muchos casos, la manipulación emocional y la teatralidad reemplazan el análisis y el criterio. La política del meme ha reemplazado al debate. El debate se ha vuelto absurdamente social. Los escenarios privados para discutir problemas, muchas veces de impacto global, son reemplazados por ataques frontales y abiertos vía X.
Figuras como Donald Trump y Gustavo Petro, cada uno desde su estilo político, han utilizado estrategias de comunicación que priorizan la provocación y el escándalo para captar la atención mediática y consolidar su base de seguidores. Trump, por ejemplo, emplea una "política de choque" que desorienta y fragmenta la indignación pública, mientras que Petro recurre a insultos, filosofía barata y descalificaciones para polarizar y movilizar a sus simpatizantes.
Estas tácticas, aunque efectivas en términos de visibilidad, erosionan el discurso público y fomentan la desinformación y la polarización.
La viralidad sin estrategia es solo ruido. Las marcas y líderes inteligentes construyen relevancia con contenido de valor.
¿De quién es la culpa de su viralización: De quien genera el contenido o de quien se toma el tiempo en consumirlo y compartirlo?.
Dime a quién sigues y te diré quién eres. No premies la estupidez con tu atención.
Heart | Marcas más humanas
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